Exposición: Blanco

En La Unión, 21, Langreo / Llangréu

Ya ha pasado

Exposición: Blanco

Exposiciones y fotografía

Empieza: viernes 05 julio 2019 Termina: miércoles 31 julio 2019

Lugar
Pinacoteca Eduardo Úrculo - La Felguera - Langreo
Web
https://bit.ly/2XplSGX
Concejo
Más cosas que hacer en Langreo / Llangréu
Predición 29 mar
Mín 0 / Máx 0 °C

Publicado por admin

Exposición: Blanco


Frente a mí, ahora mismo, encuentro una hoja en blanco todavía por relatar. Camarada del vacío, el blanco me desafía: embísteme, conviérteme, lléname de significado. Sin las palabras venideras tan solo es el proyecto de algo, pero ¿de qué? Las posibilidades son infinitas porque no existen trazos ni condicionamientos. Se trata de una tabula rasa que invita al escritor a un nuevo comienzo. En algunos casos, despertará el miedo a no tener nada que decir, en otros, la emoción de dar rienda suelta a la creatividad.
Natalia Escudero sitúa el blanco en el centro del discurso: el blanco es el blanco. Sin embargo, su propuesta poco tiene que ver con las cualidades inmaculadas de este color, más bien lo contrario. El blanco es el revestimiento que esconde otras capas tras de sí. No hablamos de un folio a estrenar, sino de un papel utilizado por el tiempo. La pátina se posa con discreción y suavidad. Así se entienden las paredes de la antigua casa de la familia de la artista, como un lienzo imprimado de pasado.
La vivienda fue un redescubrimiento para Escudero que, años después de la muerte de sus abuelos, empieza a trabajar en ella y establece una relación de intimidad con sus muros. Tras una primera etapa de respeto y distanciamiento hacia una atmósfera cargada de fantasmas, la artista advierte colecciones de objetos: libros, papeles, fguras…Toda una serie de huellas, cubiertas por el polvo, esperando ser rescatadas. Algunas de ellas están presentes en la exposición. Es el caso de los sobres que se utilizaban para invitar a los funerales, con un borde trazado en negro. El viejo contenedor pierde su sentido originario para adquirir la forma de un sencillo hogar portátil. Lo oscuro se vuelve bello y las superficies se resignifican, aunque esta
transformación no es fácil, requiere una mirada atenta capaz de percibir lo que late tras las apariencias. Dicha inquietud se plasma en la muestra mediante el uso de la cortina, dispositivo que induce al público a activar su sentido expedicionario para descubrir el tesoro de lo cotidiano.
Sobre un pedestal, se sitúa un libro con números escritos en sus hojas que designan tonos de luz blanca. El fenómeno lumínico que penetra físicamente en las paredes y suelos de las habitaciones, transformándolas, lo hace de una manera simbólica sobre las superficies de este libro desnudo. Entre sus páginas, hay también fotografías – en su mayoría relacionadas con la casa – que han persistido en la retina de la artista durante el proceso de trabajo convirtiéndose en una suerte de claves abstractas: piezas de un puzle incompleto que el visitante nunca llegará a descifrar. Ocurre lo mismo con la pieza de la biblioteca, formada por libros encontrados que ya nadie echa de menos y han sido reorganizados. Cegados de su argumento, ya no ofrecen palabras para leer, sino un código visual diferente, conceptualizaciones de un lugar perdido y recuperado.
Con la prolongación de las estancias en la casa, las percepciones de Escudero se sutilizaron y el deseo de apropiarse del espacio aumentó. Las paredes – llenas de marcas veladas – comenzaron a hablarle por cada poro de su pintura sucia y desgastada. De repente, las tonalidades de blanco se multiplicaron, dejando ver diferentes gamas y texturas. De la epidermis de la residencia brotaron obras improvisadas de «blanco sobre blanco», como el famoso cuadro suprematista, pero diametralmente opuestas en significado. En la pieza de Malévich, el blanco reclamaba para el arte un fin en sí
mismo; en estos muros, los marcos vacíos son ventanas al ayer y al mañana, puesto que cada espectador es muy libre de proyectar su propia historia desligada de rutas previas.
El protagonismo adquirido por el espacio, lleva a la artista a querer trasladarlo íntegramente a otro lugar mediante la utilización del vídeo. La doble proyección titulada Blanco muestra paredes y rincones de la casa relacionándose a través de una sosegada conversación. En los planos apenas hay movimiento, confundiendo su inmutabilidad con la de imágenes fotográfcas. La grabación evidencia diversos tiempos: el trascurrido en la casa durante años de abandono, el invertido por la autora en observar con detenimiento cada tramo y el que se exige al visitante para detectar los pequeños cambios en las escenas.
A nivel expositivo, la obra amplía sus significados y riqueza discursiva. En Kassel se mostró sobre las paredes de una casa antigua desprovista de muebles, generando un diálogo entre las superficies reales y las proyectadas. El efecto de multiplicidad provocado por el entrelazamiento virtual, se acentúa gracias a los juegos de edición presentes en el propio vídeo: repetición de imágenes a diferentes escalas, collages, desplazamientos, fotogramas que anuncian los que están por venir… Toda una serie de asociaciones y correspondencias enfocadas a aumentar la sensibilidad con respecto a lo que nos rodea.
En la ciudad alemana, los espacios convivían en un acuerdo tácito de visibilidad y presencia, intercambiando intimidades y posibilitando lecturas imbricadas al observador. En la galería se produce un efecto similar, aunque no tan equilibrado. El peso de la vivienda se apodera del cubo blanco impregnándolo de un carácter personal que incita, no sólo a ser penetrado, sino llenado de contenido. Los componentes centrales de la proyección son fragmentos de muro que normalmente están eclipsados por elementos decorativos. Nuestra conciencia de ellos desaparece por completo. «Cuelgo un cuadro en la pared. Enseguida me olvido de que allí hay una pared. Ya no sé lo que hay detrás de esa pared, ya no sé que hay una pared, ya no sé que esa pared es una pared, ya no sé qué es eso de una pared.»

Natalia Escudero ha invertido el orden para dejar hablar al vacío. Ahora es el espectador quien decide cómo y de qué manera colmarlo, si es que acaso fuese necesario.